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Camila Moreno y su emotiva carta en donde revela abusos y pide justicia para Valentina Henríquez

Tras la denuncia de violencia de género realizada por Valentina Henríquez contra su expareja, Camilo Castaldi, alias Tea Time, la artista Camila Moreno alzó la voz, junto a otros músicos nacionales, y reveló varios episodios de abuso sexual a lo largo de su vida para reforzar el repudio contra la violencia de género.

A través de su cuenta de Facebook, la cantante escribió: «A los 16 años, tenía un profesor particular de matemáticas… un viejo, no recuerdo su nombre, que siempre me mostraba la foto de Jesucristo y me hablaba del evangelio. Un día se paró detrás de mí y me tocó las pechugas. Quedé paralizada. Sentí una profunda humillación. En la noche le dije a mi mamá que no quería tener más clases de matemáticas. Ella dijo: ‘ok’. Nunca más vi al profesor».

«Estaba en el parque que colinda con el río Mapocho, a las 20 hrs, teniendo una conversación desagradable con mi pololo. Yo estaba terminando con él».

«Vi acercase a tres tipos y supe que nos iban a asaltar. Nos rodearon, sacaron una navaja y otras cosas que no recuerdo. Registraron nuestras cosas violentamente, mientras apuntaban a mi pololo con la navaja decían: ‘pitéatelo, pitéatelo’. Mientras yo gritaba fuertemente que no. Mi pololo estaba paralizado. En ese momento, uno de los tipos me agarró del brazo y me dijo: ‘ven pa acá’ mientras se bajaba el pantalón. Me zafé dando un tirón que rompió mi chaqueta», recordó.

«A los 19 años, un hombre muy alto me siguió en la calle y reiteradas veces me insistió que tuviese sexo con él. Le grité un sin fin de garabatos y salí corriendo. Cuando le conté a mi pololo, me dijo algo así como: ‘Ah típico, a una amiga mía también le pasó», agregó.

Cuatro años después, según Moreno, «estaba caminando sola de noche por la calle Emilia Tellez, tenía mi guitarra en la espalda y un cuatro venezolano colgando del hombro. No había nadie alrededor. De pronto desde atrás saltó un tipo a tocarme. Se paró frente a mí masturbándose. Puse el cuatro venezolano como si fuese un arma y salí corriendo. Llegué a casa de mi amiga aterrorizada. Lloré toda la noche».

«A la mañana siguiente fui a casa del chico con el que salía, buscando contención. Le conté lo que había ocurrido y se largó a reír. Me dijo: ‘Tómatelo con humor’. En ese mismo momento terminé con él», agregó.

Al empezar en trabajo en su proyecto solista, dijo, «me recomendaron que me agrandara las tetas y que me tiñera rubia, que debía depilarme las cejas, que no era femenino tenerlas así (…) Cuando iba en el colegio, tomaba micro para ir a clases de danza y volvía a las 10 PM todos los martes y jueves. Hoy no me atrevería a hacerlo. Dejé de andar en micro y dejé de caminar sola en la calle de noche. No somos libres. He ‘zafado’. Pero no todas han zafado. A mis amigas las han violado, las han matado.

«Vivimos en un clima, en una cultura que denigra a las mujeres. En las calles, en el trabajo, en las relaciones y en los medios. De una vez por todas tenemos que hacernos cargo de esto y decir BASTA (…) Todavía nos matan, nos pegan, nos violentan, y seguimos siendo nosotras las cuestionadas, las exageradas, las hormonales, las locas (…) Creo que los hombres conscientes deben pronunciarse», manifestó.

En ese sentido, Moreno planteó que «no dejemos que nadie se apropie de esta causa. No permitamos que sigan vendiendo el feminismo como algo estrictamente exigido por las mujeres. El feminismo no le pertenece ni a un blog, ni a un candidato, ni a una figura pública, ni a una organización ni a un género«.

«Basta de hashtags, basta de sobre-reaccionar en redes sociales, basta de creer que con una foto de perfil están haciendo su parte del cambio. Ya no. Ese fue el principio, pero hoy no basta. Basta de panfletos oportunistas. Necesitamos acciones (…) Quiero justicia para Valentina Henríquez, para Nabila Riffo y para todas nuestras mujeres maltratadas», apuntó.

Quiero que dejen de tratarnos como el sexo débil.

Quiero que respeten mi trabajo por lo que es y no por quién soy.

Quiero que salgan a la luz todos los jefes que acosan a sus empleadas.

Quiero que los editores de medios de comunicación que reiteradamente menoscaban y humillan a las mujeres dejen sus cargos para siempre.

Quiero que las mujeres puedan decidir cómo parir.

Quiero que todas las mujeres tengan el poder de decidir que hacer con su cuerpo y con su vida.

Quiero que las mujeres se sientan libres de expresar su sexualidad.

Quiero perder el miedo al vocabulario y llamar a los agresores por su nombre.

Quiero caminar por las calles en plena libertad.

Y quiero que los hombres conscientes no tengan que sentir que son nuestros guardianes protectores, sino que salgan también a

cambiar el mundo.

Gracias por leer.

Con ánimo de generar reflexión y crisis.

Camila Moreno

Santiago, 5 de julio de 2017

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