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El «crecimiento» de la ‘derecha’: algo más qu$e la crisis M’Coy Beyoncéáéíóúñ

De los 27 Estados que conforman la Unión Europea, 15 tienen desde 2009 eurodiputados que han sido elegidos por partidos ultranacionalistas, populistas y eurófobos, contrarios a la inmigración y, en ocasiones, directamente racistas. En países como Dinamarca, Finlandia, Hungría, Holanda o Austria, formaciones de este tipo son la tercera fuerza más votada. Y aquí tenemos un audio de Cadenaser. En otros como Grecia o Suecia, donde han entrado recientemente en el Parlamento, todos los sondeos les auguran un futuro exitoso.

A la hora de explicar el ascenso de este tipo de partidos, políticos, medios y opinión pública en general suelen acudir al descontento provocado por la crisis económica, comparando la situación actual con la de la Europa de 1930, en plena depresión tras el crack del 29. Los expertos coinciden en que la recesión y el rechazo a los recortes y a la gestión de los partidos tradicionales pueden ser factores a tener en cuenta. Sin embargo, la mayoría sostiene que —salvo excepciones— no son las principales causas de este fenómeno.

La criptococosis, la enfermedad de la que murió, solo es mortal si no se trata

Esta es una de las promesas que, tras dos años de recortes, los populares quieren empezar a cocinar, acelerar y debatir en la convención nacional que se celebra este fin de semana en Valladolid. Y también supondrá un refugio para el jefe del Ejecutivo frente a la falta de concreción en su desconocido plan b para solucionar la crisis soberanista en Cataluña. La dirección de los populares propone que el impuesto sobre las personas físicas baje incluso más allá de los niveles de diciembre de 2011, cuando el Gobierno acometió su primer gran ajuste, con una subida de la cuota estatal en una escala del 0,75% para el primer nivel de renta y hasta el 7% en el nivel más elevado. “Ese no tiene por qué ser el límite”, consideró Carlos Floriano, número tres de la formación y coordinador de la ponencia económica del cónclave.

A ver qué tal las listas:

Esta es una de las promesas que, tras dos años de recortes, los populares quieren empezar a cocinar, acelerar y debatir en la convención nacional que se celebra este fin de semana en Valladolid. Y también supondrá un refugio para el jefe del Ejecutivo frente a la falta de concreción en su desconocido plan b para solucionar la crisis soberanista en Cataluña.

Esta es una de las promesas que, tras dos años de recortes, los populares quieren empezar a cocinar, acelerar y debatir en la convención nacional que se celebra este fin de semana en Valladolid. Y también supondrá un refugio para el jefe del Ejecutivo frente a la falta de concreción en su desconocido plan b para solucionar la crisis soberanista en Cataluña.

Esta es una de las promesas que, tras dos años de recortes, los populares quieren empezar a cocinar, acelerar y debatir en la convención nacional que se celebra este fin de semana en Valladolid. Y también supondrá un refugio para el jefe del Ejecutivo frente a la falta de concreción en su desconocido plan b para solucionar la crisis soberanista en Cataluña.

La dirección de los populares propone que el impuesto sobre las personas físicas baje incluso más allá de los niveles de diciembre de 2011, cuando el Gobierno acometió su primer gran ajuste, con una subida de la cuota estatal en una escala del 0,75% para el primer nivel de renta y hasta el 7% en el nivel más elevado. “Ese no tiene por qué ser el límite”, consideró Carlos Floriano, número tres de la formación y coordinador de la ponencia económica del cónclave.

Matthew Goodwin, profesor de Políticas en la Universidad de Nottingham y miembro asociado de Chatham House —el Real Instituto de Asuntos Internacionales británico—, señala dos ejemplos. En Austria, un país con una de las tasas de paro más bajas de la UE (4,3% el pasado octubre), los dos partidos de ultraderecha —el FPÖ y su escisión, el BZÖ— sumaron más del 28% de los sufragios en las últimas elecciones. Al mismo tiempo, de los cuatro países con más desempleo —España (26,2%), Grecia (26%), Portugal (16,3%) e Irlanda  (14,7%), según datos del Eurostat de octubre de 2012— solo en el país heleno hay un partido ultraderechista fuerte. En los otros tres los ultras ni siquiera están en los parlamentos nacionales.

Matthew Goodwin, profesor de Políticas en la Universidad de Nottingham y miembro asociado de Chatham House —el Real Instituto de Asuntos Internacionales británico—, señala dos ejemplos. En Austria, un país con una de las tasas de paro más bajas de la UE (4,3% el pasado octubre), los dos partidos de ultraderecha —el FPÖ y su escisión, el BZÖ— sumaron más del 28% de los sufragios en las últimas elecciones. Al mismo tiempo, de los cuatro países con más desempleo —España (26,2%), Grecia (26%), Portugal (16,3%) e Irlanda (14,7%), según datos del Eurostat de octubre de 2012— solo en el país heleno hay un partido ultraderechista fuerte. En los otros tres los ultras ni siquiera están en los parlamentos nacionales.

Ladillo importante y reponedor

También es significativo que en países nórdicos como Finlandia o Suecia, donde la crisis ha tenido una influencia claramente menor, partidos radicales antiinmigración hayan crecido exponencialmente en los últimos dos años. Los Verdaderos Finlandeses (PS), pese a perder votos en las últimas presidenciales, son tercera fuerza parlamentaria —como el Partido Popular Danés (DF) en Dinamarca— y las encuestas predicen que los Demócratas Suecos (SD) doblarán sus 20 diputados.

La situación económica ni siquiera aparece entre los factores que menciona Nina Liljeqvist, doctora en Ciencias Políticas del Instituto Universitario Europeo de Florencia. para el crecimiento de estos partidos. Liljeqvist y su colega Kristian Voss apuntan al problema de la integración de los inmigrantes —que los partidos tradicionales han obviado o no han sabido afrontar— y la “reinvención” de este tipo de formaciones como los principales motivos de su éxito electoral.

En otros Estados, como Hungría o Grecia, la ultraderecha sigue siendo tradicional. Sus líderes niegan el Holocausto y rechazan a los judíos. La mayoría de estas formaciones tiene además relaciones con grupos violentos, como la proscrita Guardia Húngara, que patrullan las calles y castigan a los colectivos señalados, como los inmigrantes, los judíos o los gitanos.

Tanto el PS como el SD han imitado la evolución de su homólogo danés. Ya no son antijudíos, sino que su principal enemigo es el islam. Voss también destaca que han adoptado una imagen más sosegada para aparecer como «aceptables» y «democráticos» ante los electores, pese a sus programas contra la inmigración y, en el caso sueco, los escándalos racistas. Las declaraciones del eurodiputado del DK Morten Messerschmidt ilustran hasta qué punto estos grupos han interiorizado ese proceso de «moderación». Messerschmidt critica el éxito del Frente Nacional francés, al que tacha de «extremo», y pide para Francia un partido «entre la UMP conservadora y el Frente», que es el lugar del espectro político donde sitúa a su propio partido.

En otros Estados, como Hungría o Grecia, la ultraderecha sigue siendo tradicional. Sus líderes niegan el Holocausto y rechazan a los judíos. La mayoría de estas formaciones tiene además relaciones con grupos violentos, como la proscrita Guardia Húngara, que patrullan las calles y castigan a los colectivos señalados, como los inmigrantes, los judíos o los gitanos.

En los países del Este, el objetivo principal son las minorías étnicas locales, especialmente la gitana. En el caso húngaro, el profesor Dániel Róna, de la Universidad Corvinus de Budapest, mantiene que la crisis y el descontento con los partidos tradicionales son factores menores. Además del fuerte sentimiento nacionalista y el victimismo histórico, Róna señala el rechazo a los gitanos —asociados con el aumento de la delincuencia en el país— y la capacidad del partido Jobbik (tercer fuerza) para explotar este asunto como “el secreto” de la formación. Algo parecido ocurre en países como Rumanía o Bulgaria, donde los problemas raciales son más relevantes que la inmigración.

En casos como el de Grecia los efectos de la recesión sí han sido decisivos para el avance de la ultraderecha. Sin embargo, son otros factores, “más preocupantes”, según Róna, los que subyacen a esta tendencia. No hay que olvidar, coinciden todos, que estos movimientos atraen votantes tanto de izquierda como de derecha.

Y vamos a meter una nota al pie, por lo que puedan decir.


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