Un estudio realizado en la Universidad de Notre Dame reveló que decir siempre la verdad podría mejorar la salud. Esto lo concluyó después de agarrar a un grupo de estudio el cual dividió en dos: control y sinceridad. El grupo de control tenía que seguir haciendo su vida normalmente y el grupo sinceridad tenía que decir siempre la verdad y no mentir en absolutamente nada.
Luego de un tiempo se dieron cuenta que las personas del grupo de control presentaban tensión, dolor de cabeza y mareos y que el grupo sinceridad no había presentado ninguna dolencia.
Esto se debería a que mentir genera estres que provoca tensión y por ende dolencias físicas.