Al parecer, el matrimonio homosexual ha sido un salvador de vidas.

Gracias a un estudio publicado esta semana por la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, se pudo relacionar  las legalizaciones del matrimonio entre personas del mismo sexo con los intentos de suicidio entre los jóvenes estadounidenses.

Ésta es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de ese país. Entre 2009 a 2015, los intentos que requirieron atención médica crecieron en un 47% y esa subida se acentúa aún más en la comunidad LGBT: un 43% confesó intentarlo al menos una vez. En el caso de los heterosexuales, la tasa es del 15%. Además, los jóvenes gays consiguen quitarse la vida de dos a siete veces más que los heterosexuales.

Desde el 2015 que el Tribunal Supremo de Estados Unidos elevó a ley federal el derecho al matrimonio igualitario. Por eso, los investigadores analizaron la evolución de los intentos de suicidio en la población joven desde 1999 a finales de ese año, logrando sorprendentes conclusiones.

Una de ellas es que el cambio no solo influyó en la comunidad LGBT, donde la tasa se redujo un 4%, sino que la cifra global, integrando a los heterosexuales, disminuyó un 0,6%, traducidos en 134.000 intentos de suicidio menos.

Para llegar a esta conclusión, se compararon los estados que no habían legislado a favor con los que sí y se apreció, por contraste, que en los estados que no habían aprobado el matrimonio gay, el número de intentos de quitarse la vida seguía subiendo. En los favorables, bajaba.

«Se trata de estudiantes que por lo general no se van a casar en breve, pero aun así que se permita el matrimonio entre personas del mismo sexo reduce el estigma asociado con la orientación sexual», dijo Julia Raifman, investigadora principal del estudio, que no precisa si la reducción se debió directamente a las aprobaciones de las leyes o a la influencia de las campañas que las rodearon.