Stéphanie Frappart continúa haciendo historia. Si en 2019 se transformó en la primera mujer en arbitrar un partido de fútbol masculino del más alto nivel –la final de la Supercopa de Europa – desde ayer quedará también en los libros del fútbol mundial al convertirse en la primera mujer en arbitrar un encuentro de la Champions League.
Su debut se produjo en Turín, en el duelo entre el Juventus y el Dinamo de Kíev que terminó con victoria del cuadro italiano por 3-0 (Chiesa, Cristiano y Morata) y que de paso dejó los bianconeros con su pasaporte a octavos de final ya asegurado.
La francesa de 36 años, elegida la mejor árbitra de 2019, tuvo un desempeño notable en el partido entre italianos y ucranianos. Interpretó el reglamento como requería la noche, no se complicó y se acercó a su promedio de cuatro tarjetas amarillas –mostró tres–; algo que no siempre sucede en Europa.
“Hay que ser muy apasionada para querer pitar cuando te insultan cada fin de semana en los niveles más bajos. Yo era terca como una mula y siempre he vivido en un mundo de hombres”, comentó Frappart una vez al diario L’Équipe, sobre su difícil trabajo y las faltas de respeto habituales a los árbitros; a las que las mujeres tienen que añadir comentarios sexistas.