<

#TBT en LOS40: Cine en su casa

Joce Acuña nos hace recordar aquellos tiempos en que caminábamos por los pasillos del videoclub buscando un VHS para ver en la noche... ¡por dios, qué recuerdos!

Por: Joce Acuña

No sé ustedes, pero para mí es fuerte pensar que ahora puedo llegar a mi casa a ver la película que quiera buscándola en Netflix, en otra plataforma de servicio en streaming o simplemente googleándola en alguna página de dudosa procedencia que abro igual, y compararlo con que décadas atrás debíamos conformarnos con lo que había en la tele o con la colección de VHS que había en tu casa.

via GIPHY

En los inicios de los 90, tener una videocasetera era un objeto de privilegio. Si po niña. No era cosa de que cualquiera tenía en la casa; era como tener tele a color en los 80. Contar con ese aparato grande, ruidoso y que sonaba horrible cuando rebobinabas la cinta me hizo la infancia junto a la mini colección de clásicos de Disney que fuiste armando con películas como “El Rey León”, “La Dama y el Vagabundo”, “Anastasia”, “La Sirenita” y “Los 101 Dálmatas” además de su versión de dos cintas de “La Novicia Rebelde”. Hasta ahí llegaba la mía, no sé ustedes.

Poco a poco fue siendo parte de más hogares y todos fuimos siendo cautivados por el romanticismo del cine en casa. Pero acá es donde viene lo entretenido y lo que se transformó en el primer trauma de mi infancia: LAS PELÍCULAS SON MÁGICAS Y NO SE PIRATEAN.

El famoso sello “ADV” nos amenazó por años con que el cine se iba a acabar si arrendabas películas pirata y que todo se iría “a la b” en un futuro no muy lejano. Bueno… Ahí quedaste, ni la piratería de los DVD en la calle logró matar al rubro hasta la fecha. Lo interesante es que me di cuenta que no era la única que se asustaba con ese aviso, porque leyendo los comentarios del video de YouTube caché que hay gente que incluso creía que le iban a secuestrar la tele (ay, qué chiquitos).

Por ahí en el 97’ – 98’ ya era más común tener una colección algo más grande de VHS y existía la opción de arrendar el “”estreno del año”” en su tienda de video más cercana.

via GIPHY

¿Se acuerdan cuando uno podía recorrer los pasillos y pasar horas buscando la película perfecta para llevar a la casa? Quizás eso proliferó con la llegada de Blockbuster y su infinita cantidad de películas… Uff, recuerdo que era sagrado ir los viernes a las 7 de la tarde a buscar algo con mis papás.

Lo bacán para mi fue yo no tenía que pelear con nadie para elegir que llevar, porque tenía privilegios de hija única, PERO sí tenía que tener ojo con la cantidad de películas y del tipo que eran: ¿Se acuerdan que las separaban por color? Claro, habían unas que podías llevarlas solo por una noche, otras por dos y el resto por una semana entera… No era cosa fácil arrendar una película.

via GIPHY

Para mi el problema era otro -y quizás también fue el de varios-: la pelea de mi viejo todos los fines de semana porque le decían que tenía multa por haber devuelto películas atrasadas. ¿Será real? Ni idea, pero recuerdo que las filas para arrendar a veces eran eternas porque a todo el mundo le escuchaba que tenía el mismo problema… Quizás mi ciudad era el problema, quien sabe, asuntos de región.

El romanticismo de ese ritual de ir a arrendar películas creo que también fortalecía en parte la vida familiar: aprendíamos de los gustos de todos y no faltaba que te encontrabas con alguien en la tienda y te pillaba arrendando una película cursi. También aprendimos a controlar la frustración cuando veías que ya habían arrendado el estreno que recién había llegado, o que creías haber arrendado una película pero llegabas a la casa y te dabas cuenta que estaba mal ubicada la caja.

via GIPHY

¿Les marcó esta etapa de la vida? Yo al menos recuerdo con cariño las tardes de Blockbuster, más aún en esa época que vendían el “pop corn” para microondas y yo no podía comprarlo porque no había microondas en mi casa, pero no importa. Por ahí aún está la tarjeta de socio de mi papá y quizás las de cuántas tiendas de video que existieron antes de que llegara el gigante gringo a Chile. Lo bonito fue que teníamos cine en la casa y no sólo el “Cine en su casa” que nos ofrecía Canal 13.


Contenido patrocinado