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Desigualdad en el fútbol: 83% de las jugadoras profesionales ni siquiera recibe sueldo

Estudio reveló cifras sobre la situación laboral de las mujeres en el fútbol. El 10% de las profesionales se pueden dedicar solo a jugar.

Estamos acostumbrados a ver la lujosa vida de los futbolistas. Autos deportivos, ropa de marca y vacaciones internacionales cada vez que quieran. ¿Aprietos económicos o que no reciban sueldo? Eso jamás. La situación es un verdadero polo opuesto en comparación a lo que viven las jugadoras de fútbol en Chile. 

En 2021, solo un 4,4% de ellas tenía un contrato laboral con el club que representan. Algo que parece el mínimo (y hasta básico) para una persona que se dedica a jugar profesionalmente, es una condición inalcanzable para la mayoría de las jugadoras.

Desde la Asociación Nacional Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), y con el apoyo de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, levantaron el estudio “Radiografía del Fútbol Femenino en Chile”, en donde dan a conocer el lamentable escenario actual de las ramas femeninas del balompié.

Sigue leyendo para conocer los datos más impactantes del estudio.

 ¿CUÁNTO GANA UNA JUGADORA DE FÚTBOL EN CHILE?

A pesar de ser un trabajo extremadamente rentable para los jugadores hombres, a las mujeres que juegan en la Primera División y Primera B no les resulta así.

El 83% de las jugadoras de fútbol en Chile no tiene sueldo alguno. Casi el 6% recibe menos de 100 mil pesos; el 8,5% gana entre $100 y $500 mil. Apenas el 1% gana un millón de pesos o más.

En los planteles masculinos, durante el 2020 los sueldos promedios de los jugadores de Primera División iban desde los 5 hasta los 6,6 millones de pesos, según datos de la ANFP. El sueldo más bajo en Primera B fue de 1 millón y medio.

CONDICIONES LABORALES DEL FÚTBOL FEMENINO

Además de no tener sueldo, las jugadoras muchas veces deben desembolsar dinero propio para poder jugar.

Solo al 28% le pagan el transporte asociado a entrenamientos y encuentros oficiales. Las demás deben pagar desde su bolsillo para ir y jugar partidos profesionales representando a su club.

Al 72% se les entrega la indumentaria oficial, el resto debe costearla por su cuenta.

En cuanto a duchas y agua caliente, en Primera División casi el 11% de jugadoras consideran que son malas o muy malas. El 20% asegura que ni siquiera tienen/no existen.

Ante las ineficientes condiciones laborales y económicas, solo el 10% de las jugadoras profesionales puede dedicarse exclusivamente a jugar.

El 43% juega y estudia; el 28% juega y trabaja en otra área; y el 18% juega, estudia y trabaja en otra ocupación.

¿CÓMO ALCANZAR EL POTENCIAL CON ESTAS CONDICIONES?

Una crítica recurrente para “defender” las diferencias entre las ramas de los equipos es que las ligas femeninas no tienen la misma calidad ni llaman la atención del público.

Si el jugador promedio tiene la comodidad de poder dedicarse exclusivamente al fútbol, sin tener que cumplir con deberes académicos o domésticos, pudiendo subir su nivel y, por ende, resultando más atractivo su desempeño al ojo público: ¿cómo esperan que una jugadora pueda alcanzar su máximo potencial y atraer más auspiciadores y público, si no recibe sueldo, no tiene contrato laboral y debe trabajar y/o estudiar además de cumplir con los entrenamientos y encuentros?

El desgaste físico, emocional y mental de las jugadoras que se ocasiona a partir de las desigualdades es un hecho, no una opinión. 

Si Chile, el ministerio del Deporte y la ANFP quieren impulsar verdaderamente el fútbol femenino, debe exigir a través de la ley que los clubes hagan esfuerzos reales y contundentes para que sus jugadoras se dediquen a hacer lo que ellas saben y quieren hacer: jugar fútbol en una cancha pareja. Subir un post con el #8M y vender camisetas rosadas no es suficiente.

Si quieres revisar el estudio completo, haz click aquí.


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